Falacia de costes hundidos en colegios privados: cómo evitarla
- Aarón Rosette
- 11 may
- 5 Min. de lectura
Puntos clave:
Muchos colegios siguen financiando proyectos fallidos solo porque ya gastaron mucho en ellos o porque no aceptan que fueron errados.
Detrás de muchas decisiones insostenibles hay algo más que cifras: miedo a reconocer errores, apego emocional o simple terquedad.
Una mala decisión sostenida por años acabó cerrando una institución completa. No fue la competencia: fue la terquedad.
¿Tu colegio invierte sin obtener resultados? ¿Insiste en lo que ya no funciona? Quizá estás atrapado en la falacia del coste hundido.

La falacia del coste hundido es el error de continuar con una decisión solo porque ya hemos invertido recursos —como tiempo, dinero o esfuerzo— en ella, aunque mantenernos en ese camino ya no sea rentable ni beneficioso (Arkes y Ayton, 1999, citado en Jarmolowicz et al., 2016).
También se le conoce como falacia de costo irrecuperable o del Concorde (Blasingame, 2011).
La falacia del coste hundido es un error que se da cuando los directivos insisten en mantener proyectos, estrategias o inversiones que ya no funcionan. Muchas veces, más que por lógica, se sostiene por ego, terquedad o el miedo a reconocer que algo no dio resultado.
Diferencia entre coste hundido y coste recuperable
Costes hundidos
Son todas aquellas inversiones pasadas (dinero, esfuerzo, recursos humanos, tiempo) que ya no pueden recuperarse, independientemente de la decisión que se tome (Pérez de Vega, 2023).
Costes recuperables
Son inversiones actuales o futuras que aún pueden modificarse o ajustarse para obtener mejores resultados (Pérez de Vega, 2023).
Entender esta diferencia es clave. Cuando una inversión pasada no puede ser recuperada, lo racional es ignorarla y tomar decisiones basadas exclusivamente en su rentabilidad o utilidad futura.
¿Por qué se considera una falacia?
La razón por la que esto se considera una falacia es sencilla: se ignora el criterio lógico y se sustituye por uno emocional, anclado en la sensación de pérdida.
En lugar de tomar decisiones estratégicas basadas en datos, los colegios quedan atrapados en decisiones perjudícales solo porque abandonar parece significar admitir un error o “tirar a la basura” inversiones previas.
Esto genera un ciclo negativo: cuanto más inviertes en algo ineficaz, más difícil parece abandonarlo. Sin embargo, el costo real está en los recursos y oportunidades que se pierden al no tomar decisiones basadas en el contexto actual.
Un caso real: el campus que nunca se terminó
Hace varios años conocí el caso de una universidad en México que terminó cerrando sus puertas. Fue una lección dolorosa de lo que implica caer en la falacia del coste hundido.
Todo comenzó cuando decidieron construir un nuevo campus. Desde el inicio, varios estudios señalaban que la ubicación no era adecuada: mal conectada, poco atractiva para el segmento objetivo y con problemas de infraestructura alrededor. Pero el dueño del proyecto se aferró a la idea.
Y así siguieron, avanzando con una construcción que nunca se terminó. Se volvió una obra negra. Eventualmente, tuvieron que vender el terreno —a un precio muy por debajo de lo que habían gastado—, y el impacto financiero fue tan grande que la universidad simplemente dejó de operar.
No fue la competencia. No fue una baja en la demanda. Fue una decisión equivocada sostenida por orgullo, terquedad y miedo a aceptar una pérdida a tiempo.
Cómo afecta la falacia de costes hundidos a la toma de decisiones en colegios privados
Algunos ejemplos de malas decisiones que perpetúan el estancamiento
Los colegios privados, cuando caen en esta falacia, tienden a tomar decisiones que mantienen vivo lo que debería haber terminado hace tiempo.
1. Mantener programas académicos obsoletos
Continuar impartiendo programas que ya no responden a las necesidades actuales de los alumnos ni del mercado educativo, simplemente porque se ha gastado mucho en diseñarlos e implementarlos, o porque hay sentimientos e intereses de por medio.
2. Sostener campañas de marketing ineficientes
Persistir en estrategias publicitarias que claramente no generan nuevos estudiantes o que no fortalecen la imagen institucional, solo porque ya se ha destinado presupuesto significativo.
3. Usar software educativo poco funcional
Insistir en plataformas tecnológicas que ya no satisfacen las demandas actuales o que ralentizan los procesos administrativos y educativos, únicamente porque el personal ya ha sido capacitado y el colegio ya pagó licencias costosas.
4. Conservar alianzas o convenios poco rentables
Mantener acuerdos con proveedores, universidades o instituciones educativas externas que no están aportando valor tangible ni estratégico al colegio, únicamente por razones históricas o compromisos adquiridos en el pasado.

Señales de que tu colegio está cayendo en la falacia de costes hundidos
Preguntas clave para detectar el problema
Reconocer la falacia de costes hundidos requiere un análisis honesto y objetivo. Estas preguntas pueden ayudarte a determinar si tu institución está tomando decisiones basadas en este error.
¿Por qué seguimos haciendo esto?
¿Volveríamos a iniciar este proyecto o estrategia si pudiéramos empezar desde cero hoy?
¿Existen datos actuales y concretos que justifiquen continuar?
Responder sinceramente a estas interrogantes permitirá tomar decisiones basadas en hechos actuales y no en compromisos pasados.
Indicadores internos de alerta
Existen ciertas señales internas que indican que un colegio podría estar atrapado en decisiones poco racionales.
Baja innovación y resistencia constante al cambio.
Frecuentes argumentos basados en “siempre lo hemos hecho así”.
Presupuestos inflados en áreas o proyectos que ya no rinden beneficios evidentes.
3 pasos para liberarse de los costes hundidos
Superar esta falacia implica adoptar prácticas concretas y estratégicas.
1. Evaluar con datos, no con emociones
La clave está en basar cada decisión en información objetiva y actualizada, no en sentimientos de apego por lo ya invertido. Esto requiere que la institución contrate una agencia externa que pueda llevar a cabo un estudio más objetivo.
2. Promover una cultura de cambio
Es esencial cultivar un entorno organizacional donde el cambio se perciba como oportunidad y no como fracaso. Los equipos educativos deben entender que la adaptación constante es parte integral del crecimiento institucional.
3. Tomar decisiones pensando en el beneficio futuro
Cada estrategia debe analizarse en función de sus beneficios futuros proyectados, más allá de lo que costó en el pasado. Esto permite cerrar ciclos oportunamente y dirigir recursos hacia iniciativas más prometedoras y rentables para el colegio.
El verdadero liderazgo educativo se nota en las decisiones difíciles
Dirigir un colegio no es únicamente mantener estructuras existentes, sino también reconocer cuándo estas estructuras ya no aportan valor y deben ser renovadas o abandonadas.
Los líderes educativos que marcan la diferencia son aquellos capaces de enfrentar con valentía las decisiones difíciles, incluso cuando implican admitir que estrategias anteriores no dieron los resultados esperados.
La capacidad de identificar y superar la falacia de costes hundidos es esencial para que un colegio no solo sobreviva, sino que crezca de manera saludable y sostenible en el largo plazo.
Referencias
Blasingame, J. (2011, 3 de octubre). Cuidado con la falacia del Concorde. Forbes. https://www.forbes.com/sites/jimblasingame/2011/09/15/beware-of-the-concorde-fallacy/#5655b8334e22
Jarmolowicz, D. P., Bickel, W. K., Sofis, M. J., Hatz, L. E., & Mueller, E. T. (2016). Sunk costs, psychological symptomology, and help seeking. SpringerPlus, 5(1699). https://doi.org/10.1186/s40064-016-3402-z
Pérez de Vega, J. M. (2023). ¿Qué son los costos hundidos?. Avacum. https://avacum.com/2023/costos-hundidos/
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