top of page
banner-desktop-(3920x600px).gif

Métricas de vanidad vs. métricas accionables: Del like a la matrícula

  • Foto del escritor: Aarón Rosette
    Aarón Rosette
  • hace 16 horas
  • 6 Min. de lectura

Esto es lo que aprenderás

  • Cuál es la diferencia entre métricas de vanidad y métricas accionables en el marketing educativo.

  • Por qué tener muchos seguidores o likes no garantiza más inscripciones.

  • Qué indicadores realmente importan para tomar decisiones estratégicas en tu colegio o universidad.

  • Cómo distribuir los esfuerzos de marketing en todas las fases del embudo de inscripción.

  • Cómo usar las redes sociales con un enfoque estratégico que sí contribuya a tus objetivos de captación.


Dos vasos medidores de vidrio sobre una mesa de madera clara. El vaso de la izquierda está lleno de corazones de colores pastel (rosas, azules, amarillos y naranjas), mientras que el vaso de la derecha contiene monedas apiladas y unos papeles o documentos. La imagen sugiere una comparación visual entre emociones y valores financieros o métricas.

Imagina esta escena: una universidad presume en redes sociales haber duplicado su número de seguidores en Instagram en solo tres meses. Sus reels tienen miles de vistas y sus historias están llenas de interacciones. Todo parece indicar que la estrategia digital va viento en popa.


Pero al llegar el periodo de inscripciones, los números no cuadran. La matrícula apenas creció —o incluso se redujo— en comparación con el año anterior.


Entonces surge la pregunta incómoda:

¿De qué sirve tener visibilidad, si esa visibilidad no se traduce en nuevos alumnos?


Esto no significa que los seguidores no importen. La visibilidad es necesaria; de hecho, es el primer paso del embudo de inscripción. Pero si todo el esfuerzo se queda ahí —en atraer miradas y generar likes— sin trabajar las siguientes fases del embudo (conversión, decisión e inscripción), el proceso se estanca.


Para que una estrategia de marketing educativo sea realmente efectiva, es necesario distribuir los esfuerzos de manera proporcional en cada fase del embudo.


Eso implica ir más allá de las métricas de vanidad y centrarse en los indicadores que realmente ayudan a tomar decisiones: las métricas accionables.


¿Qué son las métricas de vanidad y por qué no bastan?


Las métricas de vanidad son aquellos indicadores que lucen bien en los reportes, pero que, por sí solos, no ofrecen información suficiente para tomar decisiones estratégicas. Nos hacen sentir que estamos avanzando, pero no necesariamente nos muestran si realmente estamos alcanzando nuestros objetivos.


Algunos ejemplos típicos de métricas de vanidad en marketing educativo son:

  • Número de seguidores en redes sociales.

  • Vistas en videos o publicaciones.

  • Alcance total de una campaña.

  • Likes, veces compartidas o comentarios.


Estas métricas pueden ser emocionantes de ver —especialmente cuando van en aumento—, pero no garantizan que más familias estén considerando inscribirse en el colegio o universidad.


Volviendo al caso de la universidad del inicio: tener más seguidores en Instagram no generó más matrículas, porque el esfuerzo se quedó en la parte alta del embudo.


La realidad es clara: un colegio necesita ingresos para sobrevivir, no solo seguidores. Por eso, aunque las métricas de vanidad pueden ayudar en la etapa de atracción, no son suficientes. Si no se traduce esa visibilidad en acción —registro, visita al campus, contacto o inscripción—, estamos midiendo el ruido, no los resultados.


La clave está en distinguir entre métricas que nos hacen “sentir bien” y aquellas que nos ayudan a tomar decisiones concretas. A estas últimas las llamamos métricas accionables.


¿Qué son las métricas accionables y cómo ayudan a captar alumnos?


Cuando hablamos de métricas accionables, nos referimos a aquellos indicadores que realmente afectan los resultados y permiten tomar decisiones estratégicas informadas.


A diferencia de las métricas de vanidad, las métricas accionables están directamente vinculadas a los objetivos finales del colegio, como aumentar las matrículas, mejorar la retención de estudiantes u optimizar la rentabilidad.


Veamos algunos de los indicadores clave que debes empezar a monitorear:


1. Costo por lead (CPL)


El costo por lead mide cuánto te cuesta generar el interés de un posible estudiante o familia. En términos simples, es la cantidad de dinero que inviertes para obtener un dato de contacto de una persona interesada en tu colegio.


Si en una campaña gastas 5,000 pesos y consigues 100 registros, el CPL sería de 50 pesos. Este dato te permite comparar el rendimiento entre distintas campañas o canales de atracción.


2. Costo de adquisición de alumno (CAC)


El costo de adquisición de alumno calcula cuánto te cuesta lograr que un lead se convierta en estudiante inscrito. Incluye todo lo que inviertes en publicidad, marketing, eventos, asesores de admisión, etc.


Si gastas 30,000 pesos en una campaña y de ahí logras 3 inscripciones, tu CAC es de 10,000 pesos por alumno. Si ese monto es mayor al ingreso promedio por estudiante, algo debe ajustarse.


3. Valor del cliente o familia (CLV)


El valor del cliente (CLV) estima cuánto ingreso generará una familia durante todo el tiempo que permanezca en el colegio. Es crucial para entender cuánto puedes invertir en atraer a una familia sin comprometer la rentabilidad.


Una familia con tres hijos que permanece 10 años en el colegio puede representar ingresos totales de 500,000 pesos. Este dato te ayuda a tomar decisiones más agresivas (o conservadoras) en inversión de marketing.


4. Ticket promedio


El ticket promedio es lo que paga cada familia, en promedio, por ciclo escolar. Incluir aquí todos los ingresos relacionados (colegiatura, inscripciones, cuotas adicionales) ayuda a tener un panorama más realista.


Si tienes 200 familias y el ingreso anual total es de 4 millones de pesos, tu ticket promedio es de 20,000 pesos.


5. Tasa de conversión


La tasa de conversión mide qué porcentaje de personas avanzan de una etapa a otra dentro del embudo de inscripción. Es especialmente útil para evaluar la efectividad por nivel educativo, programa académico o incluso por canal de captación (redes, referidos, eventos, etc.).


Si recibiste 100 registros interesados para el nivel secundaria y 15 terminaron inscritos, tu tasa de conversión es del 15 %. Si en bachillerato la tasa es solo del 5 %, ahí tienes un foco claro de mejora.


La tasa de conversión también permite ver cuellos de botella. ¿Hay muchas visitas al sitio web pero pocos registros? ¿Muchas visitas al campus, pero pocas inscripciones? Con estos datos, puedes ajustar mensajes, procesos o incluso personal operativo en cada etapa.


Las métricas accionables no solo sirven para analizar lo que pasó, sino para anticipar lo que puede pasar si se hacen los ajustes correctos. Medir es solo el primer paso: lo poderoso está en interpretar y actuar en consecuencia.


Mujer joven de pie en un aula oscura, iluminada únicamente por la luz de su teléfono móvil, que resalta el logo de Apple. Viste traje formal con camisa blanca, y su expresión es seria y concentrada, transmitiendo una sensación de introspección o aislamiento en un entorno educativo.
Las métricas vanidad impactan en la visibilidad; las métricas accionables en la captación.

¿Significa esto que los seguidores no importan?


No. No estamos diciendo que las métricas de vanidad como los seguidores, likes o vistas sean irrelevantes. De hecho, son útiles, pero solamente si se entienden en el contexto correcto.


Estas métricas tienen su lugar en la parte superior del embudo de marketing, lo que llamamos la etapa de atracción o awareness. Ahí el objetivo principal es dar visibilidad a la institución, generar confianza y despertar interés en públicos que aún no están listos para inscribirse, pero que podrían estarlo más adelante.


Uno de los errores más comunes en las estrategias de marketing educativo es concentrar todos los recursos en la parte superior del embudo: tener presencia en redes, diseñar campañas atractivas o invertir en influencers educativos. Todo eso suma, pero no basta.


Un embudo solo funciona si hay movimiento. Si lo llenas por arriba, pero no lo acompañas con acciones que permitan que los interesados bajen por cada etapa —registro, contacto, visita, decisión—, se convierte en un cuello de botella.


Los esfuerzos de marketing deben distribuirse de forma proporcional


Arriba del embudo, necesitas visibilidad. Ahí entran las redes sociales, la pauta digital, los eventos de difusión.


En el medio del embudo, necesitas cultivar el interés y generar confianza. Aquí importan los seguimientos personalizados, las llamadas informativas, los correos automatizados y los testimonios de familias actuales.


En la base del embudo, necesitas facilitar la decisión. Esto implica claridad en los precios, procesos simples de inscripción y respuestas rápidas a las objeciones o dudas frecuentes.


Y, en todo momento, necesitas medir bien. No con indicadores que se ven bonitos en un reporte, sino con aquellos que te dicen si vas por buen camino: cuánto te cuesta captar, cuántos se convierten, cuánto valen y qué tan bien estás usando tu presupuesto.


La pregunta no es cuántos seguidores tienes, sino cuántos de ellos se están convirtiendo en alumnos.


Al revisar cualquier reporte de redes sociales, siempre debes preguntarte: “¿Este crecimiento nos está ayudando a generar más interés real por nuestros servicios educativos?”.


Priorizar las métricas accionables sobre las métricas de vanidad no significa abandonar la creatividad o dejar de invertir en presencia digital. Significa enfocar cada esfuerzo con intención y evaluar su impacto con criterio. Así, cada peso invertido en marketing tiene un propósito claro y medible.




Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating

¡Suscríbete a nuestra Newsletter!

Recibe notificaciones cada vez que publiquemos 

¡Muchas gracias por suscribirte!

bottom of page